8.11.07

Un pequeño castigo (huevo)

El niño se dirige a la escuela. Va vestido de negro. Llega en hora y se sienta atrás del todo para no hacer ruido al abrir los caramelos.
A los veinte minutos de clase aparece un tipo en la puerta. Se dirige al niño vestido de negro y lo agarra de la ropa levantándolo del asiento. La maestra le grita al hombre: “¿qué está haciendo?, mire que llamo a la policía”. Los alumnos se levantan de sus asientos, gritan y corren. El hombre con una mano agarra al niño y con la otra saca un revolver y le dispara a la maestra. Enseguida gira hacia la puerta y le dispara a uno de los niños en la pierna, que cae al piso. Éste también está vestido de negro.
El hombre corre a recogerlo del piso y se lleva a los dos niños de negro consigo. Mientras camina por el pasillo ve gente que grita, gente que corre por sus vidas y gente que se le acerca. A todos les dispara. Llega al auto y pone a los dos niños en el baúl. Sube, lo pone en marcha y se dirige a su casa.
Al llegar lo primero que hace es tapar la boca de los niños con leuco (cinta blanca). Luego los desnuda y los sienta en el sillón. Mira a uno de ellos detenidamente, se para y le escribe Juan en el leuco (en la boca). Hace lo mismo con el otro, pero esta vez escribe José. Juan y José lloran. El hombre va a la heladera y agarra una docena de huevos y un paquete de harina. Comienza a tirarles huevos a los niños, con una fuerza desmesurada. Los tres primeros fueron para José, todos en la cara. El del ojo lo deja ciego. Los dos últimos se los esparce por todo el cuerpo a Juan. Abre el paquete de harina y vacía la mitad en cada una de las cabezas. Luego se baja los pantalones y los mea. Por último agarra un revolver y se mata.
Dos niños vestidos de negro tocaron el timbre del portero.
Sonó igual que cuando era alguien pidiendo. Entendió algo así como “¿treta o truco?”, “¿tric o dulce?”, algo así. Se acordó de sus clases de inglés pero no bien de cómo funcionaba esa fiesta que odiaba. Respondió en automático: “no, no tengo”. Igual que cuando era alguien pidiendo. Sintió silencio y al colgar como que alguien se reía en la calle. Volvió al living donde estaba viendo CNN y encontró el piso mojado. Siguió con la mirada el hilo brillante que después eran gotas espesas, después hilo, después manchas espesas, y al chocar con la pared se metía todo eso en media cáscara de huevo. Subió por la pared y vio la otra mitad pegada a la altura de sus rodillas. Lloró.
Enseguida, pero sin ponerse nervioso, salió a la calle para identificar al/los culpable/s.
Afuera estaban dos niños vestidos de negro recibiendo algo de uno de sus vecinos. Subió al auto para no levantar sospechas y los siguió lentamente hasta que terminaron el recorrido en sus casas.
Al otro día se levantó temprano a prepararse el mate y unos huevos revueltos. Fue hasta la mesa de luz de dónde agarró un rosario y el catálogo del supermercado. Después de quedarse inmóvil cinco minutos abrió otro cajón y sacó un revolver.
Una vez en la calle se dirigió hasta la casa de uno de los niños, y esperó hasta que saliera para la escuela

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