19.6.09

Cruce


Hoy me crucé con un dentista y me di cuenta que sucio tenía los dientes.
Antes me había encontrado con un ingeniero de sistemas que me había hecho ver lo poco que gano . Con un médico y algunas personas más que me crucé me acordé de lo poco que estudio.
Un músico me hizo ver nada. Un profesor de educación física en cambio me hizo sentirme perezoso y enfermo.
Un diseñador industrial me hizo una silla para sentarme y esperar ver pasar a una diseñadora de modas. La diseñadora de modas me hizo ver lo rápido que pasa el tiempo y lo mucho que me gusta mi remera lisa negra. Debe haber sido coincidencia chocarme enseguida con un diseñador gráfico y sentirme poco creativo, muy creativo y nada creativo. El mismo tipo me hizo odiar lo que hago y ver lo poco que escribo.
Un dibujante después me dio envidia.

Ayer vi a un psicólogo , hace mucho que no cambio.
Después una periodista me hizo ver cuanto lo necesito.



Ayer vi a un chino. El también me miró. Me dijo algo en chino genérico, y no le entendí nada. Me lo dijo suave, lento, cosa que me hizo pensar que era algo bueno lo que me decía. O “hola”, o “pelmiso”, algo de forma respetuosa. Tenía los ojos rasgados y no era amarillo. Era más tirando a palidón. Estaba vestido de uruguayo y tenía mucho olor a perfume.

Ayer fui al almacén de la esquina y me atendió un chino. Un chino bien bajo. Tirando a amarillo con los ojos rasgados. Hablaba español con la “l” en vez de la “r”. Mientras me atendía apareció su señora, china también. Era baja, pelo negro, igual que él. El chino le gritó de mala manera, a lo que la china no respondió nada. Capaz que se quejó por su olor a pescado. Él en cambio tenía olor a vino.

Ayer me tomé un ómnibus que tenía la radio prendida bien alto y me tuve que sacar los auriculares. Eran las once de la mañana. No sé bien que emisora era ni que programa, pero la voz de la locutora me sonó familiar. Como si la hubiera escuchado antes. Estaban haciendo una encuesta viendo quien era mejor, Juanes o Ricky Martin. En la medida que le llegaban correos ella los leía. Era increíble como concordaba con todos. Le encantaba pronunciar palabras en inglés.

Ayer cuando me bajé del ómnibus prendí mi radio, y en la primer emisora que caí sentí una voz familiar, una locutora, mujer. Tenía una voz media sensual, media empalagosa. Calentona. Empezó a hablar de lo “capa” que era Madonna. Después de escuchar la canción empezó a contar chismes de Luis Miguel. La gente empezó a llamar y a opinar, no se bien de que. Ella estaba de acuerdo en todo con todos.

Ayer de tarde fui a la panadería a comprar bizcochos. Un chino sacó número antes que yo. En su turno pidió algo en uruguayo. Con voz de pito, muy finita. Mientras el chino pedía me puse a escuchar la radio, una locutora no se bien de que programa ni que emisora. Una voz familiar, dulzona y cachonda. Hablaba con el operador, pero como el no tenía micrófono ella hablaba y se contestaba a si misma. Se reía de manera falsa, pero con onda. Una cortina anunció el comienzo de una sección del programa en donde iban a hablar de casualidades de la vida, creo. Empezaron a hablar de cualquier cosa, y entre llamados de la gente, sms, mails y monólogos de la locutora se llegó a la conclusión de que los chinos son todos iguales.
Antes del corte llamó un chino diciendo lo contrario, a lo que la locutora (con la misma vos que todas las locutoras, que concuerda con todas las locutoras, que habla de los mismos temas que todas las locutoras, que es tan banana como todas las locutoras, que le gusta pronunciar el inglés como todas las locutoras) , concordó.