Ignacio Alcuri 1

por diego, pelu, mudo, a t o l o n


Me compré un libro de Ignacio Alcuri. Es verde fluo, re llamativo.
Además dice: “Ignacio Alcuri”. Y me vino curiosidad. Porque en algún momento escuché “Justicia Infinita” y atomizan con el tipo. Y unos amigos que atomizan con “Justicia Infinita” leyeron sus libros anteriores y ta, hablaban maravillas de él.
Y lo compré.
Apenas leí un poco del libro ya lo admiro. En verdad lo admiraba desde antes, sin conocerlo, por eso compré el libro.
Pero no lo pasé a admirar más en verdad.
Compré el libro porque se llama Alcuri. En la radio le dicen Alcuri.Y Nacho, su nombre, le da un toque fenomenal. Nacho Alcuri.



Estoy preocupado por mi rendimiento en todo.
Creo que todo empezó a los catorce, cuando en un viaje, me medí, y mi organismo decidió que ese fuera el día.
Dejo la humildad de lado para decirles que yo iba directo a ser un genio, alguien destacado dentro de la raza. No es joda, posta, y todavía casi no pierdo la esperanza.
A los catorce dejé de crecer en altura, y con eso todo lo demás paró (mis gónadas y mi desarrollo sexual no pararon, aclaración para evitar el comentario chabacano). En primero y segundo de liceo volaba, realmente, 12 y 12. Ahí comenzó mi problema, por esas fechas. Tercero y cuarto 10 y 10. Yo re orgulloso, pero eso no es de genio. Después el bachillerato y exámenes perdidos. El potencial estaba, y está, pero no pudo ni puede desarrollarse, por una simple razón.
El esfuerzo que hago es sobrehumano.



Me llamo Diego, Diego Fernádez. Soy un Diego de esa generación de dónde apareció Maradona. En mi cuadro de baby fútbol eramos cinco Diegos.
En el Mundo hay un toco de Diegos, y de Diegos Fernández casi igual.
Genéticamente dotado para trinfar, en el momento en que mi inconciente tomó conciencia de lo vulgar de mi nombre, fui, chau, candadito.



El libro de Alcuri y poner mi nombre en Google me hicieron despertar. Ahora intento firmar todo con A t o l o n. O Pelu, o Mudo. Si ponés “Diego Fernández Tergopol” en Google aparece mi sitio, primero.



Diego Fernández