17.3.08

la conga

amanece a las 6 afuera.
termina la fiesta. alcohol en el suelo pegajoso.
decadentes en las sillas.
hay dos minas muy lindas, que llamamos las guerreras (visten mínimos shorts), son seguidas paso a paso por los duros con remeras rastas que salen de los baños aterrorizados por la inminente llegada del sol.
voy al patio verde de los porteños a jugar a la conga. al chinchón.
sillas rojas y amarillas. banco amarillo. mesa roja
pasto, árboles. flores. abejas recorriendo las flores.
el tssssssssssssssssssssssssssssssssssssss de la chicharra.
el cu cu de un pájaro que no se el nombre. y el canto convencional del resto de los pájaros.
delante de todo hay una cortina de bruma que hace que todo se vea un poco borroso. el verde, el amarillo y el rojo. y las caras.
las cartas llegan. el dos de oro está marcado. ya lo vi.
mi juego es pésimo. mi cerebro no está para armar juegos.
los porteños llevaron dos muchachas la noche anterior. las usaron como mucamas. ordenaron la casa.
camino hasta las rocas. nubes arriba. por un hueco entra la luz del sol. y esa luz ilumina una parte del mar. es bastante sugerente que pase eso justo en este momento. una premonición.
bajo la mitad de las escaleras hacia la playa. meo en un arbusto mirando la espuma del agua que choca contra las rocas.
y mirando el círculo de luz que hay en el mar. pienso.

ahí debe haber calor.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Momento de iluminación.